lunes, 14 de marzo de 2016

CRONICA TRANSILICITANA 2016

Bueno, la crónica de esta prueba en una sola frase podría ser algo así como: Corrí sin parar y fui competitivo durante casi 90 kms y sufrí mucho durante 14 kms. Más o menos así fue mi carrera.

Me apunte a esta carrera por dos motivos: el primero por hacer un “súper test” de cara a la CSP 118 de Penyagolosa y el segundo, por correr junto a mi gran amigo y maestro en estas pruebas, Jose Manuel Domenech “Pez”. Su intención era correr fuerte en esta prueba de cara a su gran cita en la Western States 100. Decidí que le seguiría hasta donde pudiera.

Félix y Jose Manuel me recogieron en casa y llegamos a Elche con tiempo de sobra para el ritual pre-carrera: recogida de dorsales, saludos a conocidos, cafetito, preparar todo el equipo, etc. Ambiente mucho mas “pro” del que me esperaba; parece que una prueba que nació como una marcha no competitiva ha derivado en una competición pura y dura con todo lo que ello conlleva.


Últimos minutos y ¡salida! Y qué salida….primer km en menos de 4´30´´……¿esto es una carrera de 104 kms? Vamos muy, muy delante, sobre los 30 primeros. Poco a poco el ritmo se estabiliza y vamos encontrando nuestro “ritmo crucero”.

Primera subida larga del día, y corremos todo lo que podemos, andando tan solo en la última parte de la misma, estrecha y más o menos técnica. Coronamos en la antena y rápidamente, sin perder ni un segundo, para abajo, buscando el primer avituallamiento. Pasamos por el mismo rápidamente y seguimos corriendo. Mucha pista, algo de asfalto y un terreno que tiene su encanto, aunque a algunos le puede parecer seco y árido. Supongo que hay que ser de por aquí para entenderlo; es nuestro terreno.

Y, casi sin querer y con muy buenas sensaciones, llegamos al km 30, punto del primer avituallamiento grande del día. Esta situado en el polígono industrial y la verdad es que hay un gran ambiente. Es una gozada llegar allí entre los ánimos de un montón de gente. Gracias a todos. Paramos a comer y “chequeamos” nuestro estado. Me siento muy bien y estoy disfrutando un montón. Pez está muy fuerte y con ganas de hacer una gran carrera. Félix tiene algún problemilla y decide ir “a su bola”, levantar un poco el pie del acelerador. Un tipo como el ya sabe cuando hay que apretar y cuando aflojar y buscar las buenas sensaciones en tu interior y, posiblemente, en soledad.


Seguimos muy fuertes, camino de del km 40. Vamos pasando gente que empieza a ir tocada por los kms y por el calor, que ya es considerable a estas horas. Llegamos a Arenales, uno de los puntos más bonitos del recorrido, pasando por la orilla de la playa. El paso por la playa y el posterior tramo por el paseo de Arenales me resultan el primer punto especialmente duro de la carrera y empiezo a tirar de “coco” para mantener un ritmo que, hasta ese momento, me había resultado fácil.



De camino al avituallamiento del km 50, es un tramo duro y donde, a veces Jose Manuel (la mayoría), a veces yo, vamos marcando el ritmo. La carrera empieza ahora.
Km 50. En el avituallamiento de este punto nos encontramos a Joserra, nuestro hermano triatleta de los viejos tiempos…..una gran alegría. Comemos bien, nos tomamos una birra y, con los ánimos de Joserra a nuestras espaldas, salimos corriendo dispuestos a afrontar uno de los tramos más duros del recorrido.


Los siguientes 18-20 kms fueron especialmente duros. Casi setenta kms en las patas, sin parar de correr durante los mismos, siempre a buen ritmo, van haciendo mella. Pez tiene algún problemilla y a ratos me adelanto unos metros, pero se conoce muy bien y sabe gestionar los momentos duros como nadie. ¡Cuánto aprendí ayer a su lado! No te lo imaginas, Maestro.

Aguantamos bien y, a pesar de los lógicos momentos de sufrimiento, los kms siguen cayendo a buen ritmo. En el km 70, en el avituallamiento, nos llevamos la gran decepción de no encontrar cerveza ni coca cola….Una pena, veníamos soñando con ello.
Salimos del avituallamiento y encaráramos una parte de la prueba con más desnivel positivo pero mucho más entretenida. Corremos fácil (lo fácil que se puede correr a estas alturas) y seguimos pasando corredores. Nos cantan que vamos entre los veinte primeros. Perfecto; estamos haciendo una gran carrera. Sufrimos felices, hombro a hombro y haciendo lo que nos gusta. Esto nos impulsa….vamos ¡

Avituallamiento km 80. Mi barriga está empezando a quejarse y me cuesta cada vez mas comer lo que se que debo comer. De momento nada alarmante pero…

Vamos tocados, por supuesto, pero nada fuera de lo normal a estas alturas. Va cayendo la noche y es hora de sacar el frontal y afrontar una zona complicada. Después de un sube-baja por una pista ancha, se encara la última subida dura del día. Voy bien de fuerzas y la barriga aguanta. La última subida resulta dura; se trata de una pista de cemento con bastante porcentaje, pero intento no pasarme y subo relativamente cómodo (todo lo cómodo que se puede ir después de 10 hs de carrera…). Coronamos y a bajar por un sendero más o menos técnico, con mucha piedra suelta.


Y aquí, en una zona de bajada, con la meta ya cerca (km 88-89 más o menos), con buenas sensaciones y fuerza hasta ese momento, explote. Y además, fue una explosión en toda regla. En cuestión de minutos pase de encontrarme bien a apenas poder bajar y tener que pararme varias veces a tomar un respiro. Nunca había tenido esta sensación de “vacio” tan repentina. Brutal. No me podía creer que hace diez minutos me encontrara bien y ahora fuera un zombie en toda regla….
Jose Manuel me paso a mitad de bajada, se paro e intento quedarse conmigo, pero le dije que tirara para delante. Teníamos muy claro cual era el planteamiento y debía seguir con la gran carrera que estaba haciendo.

A duras penas llegue al avituallamiento del km 90. Me senté, me tome una manzana y dos vasos de coca cola, que parecía ser lo único que admitía mi estomago (….parecía; unos kms después vería que no era así) y respire hondo durante unos minutos. Me tranquilice y pensé que la meta estaba cerca y que ese mal momento podía pasar tal como había llegado.

Al salir de este ultimo avituallamiento, me pareció estar un poco recuperado y con fuerzas para volver a correr. Así lo hice en todas las zonas donde pude, pero a menos de 5 kms para meta, mi estomago dijo basta y tuve que parar y vomitar un par de veces. En estos últimos kms me pasaron 8 corredores y fui incapaz de intentar seguirles; a estas alturas mi único objetivo era acabar. Y así, muy tocado pero con determinación de llegar después de un gran día, subí los últimos escalones que te dejaban a pie de meta y, corriendo, por supuesto, la cruce en un tiempo de 12hs 33´en el puesto 31, de entre aproximadamente 800 participantes. Allí estaba esperándome para darme un gran abrazo mi amigo Jose Manuel, que había acabado una media hora antes con una gran clasificación, el 20 de la general. Espero llegar algún día a saber afrontar este tipo de pruebas como él.  



Al acabar la carrera, la verdad es que me encontraba bastante mal  y de hecho el viaje de vuelta fue todo un numerito, del cual voy a obviar los detalles…..Menos mal que Pez me abasteció de bolsas de plástico para el viaje……Gracias una vez más por todo, amigo. Fuiste mi Ángel de la Guarda todo el día.


En fin; magnifica experiencia y muy contento, a pesar de la tremenda “pájara” del final. Supongo que en estas carreras es parte del juego y hay que aprender a gestionar estos momentos. Por lo demás, todo muy positivo. Corrí 90 kms sin parar, algo que jamás había hecho y supe sobreponerme y no entrar “en pánico” pese a encontrarme muy mal en la última parte de la carrera. Gran aprendizaje en esta Transilicitana 2016. Ahora, a por la CSP 118……

martes, 8 de marzo de 2016

DIDI

Hace unos meses adopté un perro. Mi primer perro. Han tenido que pasar casi cincuenta años para que viera cumplido este sueño. Si, tener un perro a mi lado era una de las grandes ilusiones de mi vida. Ilusión que no había podido ver hecha realidad hasta ahora por distintos motivos. Pero a estas alturas de mi vida y en mis actuales circunstancias,  decidí que era el momento y, después de mucho pensarlo y sopesar pros y contras, decidí dar el paso. La búsqueda fue intensa y sirvió para abrirme los ojos sobre un problema tremendo: el abandono y la increíble crueldad que pueden llegar a sufrir los perros en nuestra sociedad.  Un tema tremendo,  tristisimo.
Y un día, sin aviso, Didi (así se llama la perrita) se cruzó en nuestro camino. Fue un flechazo y nos enamoró con sus ojos claros, su mirada triste; supimos que "era ella". Y, tras los trámites con el refugio donde se encontraba y unos días de espera y muchísimos nervios, llego a casa. No voy a olvidar nunca esa primera noche de Didi en casa, despertando cada cinco minutos a ver como estaba, quedándome embobado mirándola,  sin ser capaz aún de creer que estuviera, por fin,  con nosotros.
Ahora, pasados ya unos meses, puedo decir que la decisión de adoptarla fue un acierto. Tener un perro en casa conlleva una gran responsabilidad; hay que dedicarle mucho tiempo, tener paciencia,  aprender a vivir juntos, gastar dinero en veterinarios, comida, etc.....Pero puedo asegurar que compensa con creces. Es difícil de explicar; es de esas sensaciones que hay que experimentar para llegar a comprenderlas.
Y que puedo decir de nuestras carreras juntos...una maravilla verla correr, casi siempre por delante de mi, subiendo y bajando, bañándose en todas las calas del Cabo de las Huertas, enseñándome lo que es correr por las rocas, sin cansarse nunca, siempre dispuesta a seguir....
Didi me ha acercado una parte de la naturaleza,  ese pequeño rescoldo de animal salvaje que lleva en la sangre. A veces su mirada, entre verde y amarilla, me recuerda un lobo. Su forma de moverse, su instinto cazador, su independencia,  me hacen verla aún cercana a sus ancestros, los lobos, esos maravillosos animales que recorren cientos de kilómetros corriendo, trotando, pacientes tras su presa....Me gusta pensar que tenemos más cosas en común de lo que ella sospecha.
Gracias Didi. Espero poder devolverte todo lo que me has aportado.